SEGUIMOS SIENDO EL LAGO

La siguiente metáfora del lago y el remolino puede ayudarnos a entender cómo podemos convivir con la ansiedad.

Cuenta la historia que Buda estaba atravesando un bosque junto a su principal discípulo,. Sediento, el Buda se dirigió a su acompañante:

-Ananda, hace algo más de una hora cruzamos un arroyo. Por favor, toma mi cuenco y tráeme un poco de agua. Me siento muy cansado —.

Así lo hizo el discípulo. Deshizo sus pasos, pero cuando llegó al arroyo, acababan de cruzarlo unas carretas tiradas por bueyes que habían removido las hojas muertas y el cieno, enturbiado el agua y convirtiéndolo en un lodazal. Este agua ya no se podía beber; estaba demasiado sucia. Así que Ananda regresó junto a su maestro, con el cuenco vacío.

-Tendrás que esperar un poco — dijo el discípulo — . Iré por delante. He oído que a sólo cuatro o cinco kilómetros de aquí hay un gran río. Traeré el agua de allí.

Pero Buda insistió:

-Regresa y tráeme el agua de ese arroyo.

Ananda quedó perplejo, no podía entender la insistencia, pero si su maestro lo solicitaba, él, como discípulo, debía obedecer. Así que volvió a tomar el cuenco en sus manos y se dispuso a iniciar el camino de regreso al arroyo.

-Y no regreses si el agua sigue estando sucia — dijo Buda — . No hagas nada, no te metas en el arroyo. Simplemente siéntate en la orilla en silencio y observa. Antes o después el agua volverá a aclararse, y entonces podrás llenar el cuenco.

Molesto, Ananda volvió hasta allí, descubriendo que su maestro tenía razón. Aunque aún seguía algo turbia, el agua estaba visiblemente más clara. De modo que se sentó en la orilla, observando pacientemente el flujo del río.

Poco a poco, el agua se tornó cristalina. El discípulo tomó el cuenco y lo llenó de agua, y mientras lo hacía, comprendió que había un mensaje en todo esto.

Regresó bailando hasta donde estaba Buda, entregándole el cuenco y postrándose a los pies de su maestro para darle las gracias.

-Soy yo quien debería darte las gracias, me has traído el agua — dijo Buda.

-Volví enojado al río — contestó el discípulo — , pero sentado en la orilla, he visto como mi mente se aclaraba, al igual que el agua del arroyo. Si hubiera entrado en la corriente, se habría enturbiado de nuevo. Si salto dentro de la mente, genero confusión, empiezan a aparecer problemas. He comprendido que puedo sentarme en la orilla de mi mente, observando todo lo que arrastra: sus hojas muertas, sus dolores, sus heridas, sus deseos… Despreocupado y atento, me sentaré en la orilla y esperaré hasta que se aclarara. Por eso, maestro, yo te doy las gracias

CONCLUSIÓN:

Pese a los remolinos, seguimos siendo un lago, y nuestra ansiedad no tiene por qué gobernarlo o arruinarlo todo.

Podemos seguir adelante con ella y a pesar de ella.

Sin luchar, simplemente aceptándola y separándonos de ella. 

Claro que esto no es fácil. Es un ejercicio que debemos hacer con frecuencia mediante la meditación Esos ejercicios nos permitirán desapegarnos, distanciarnos de nuestras emociones y pensamientos.

¿QUÉ ELIGES SER? ¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?

Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.

El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.

Miró a su hija y le dijo: “¿Qué ves?”. “Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó:

 “¿Qué significa esto, papá?”

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.

 “¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?:

 “¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?”.

“¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro?”.

 “¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren”.

 Y tú, ¿Cuál de los tres eres?”

REFLEXIÓN: En la vida nos enfrentamos a circunstancias que no podemos cambiar. Pero si tenemos la opción de decidir cómo afrontarlas. Tal vez hoy sea uno de esos días en que el agua está hirviendo y comenzamos a sentir mucho calor.  ¿Y tú? ¿qué eliges?.

«LA CIUDAD DE LOS POZOS» cuento para reflexionar

Había una vez una ciudad, una ciudad en la que no habitaban personas como sucedía en el resto de ciudades de ese planeta. Esta ciudad en concreto estaba habitada por pozos.

Si, por pozos, pozos vivientes…..aunque suene raro, pero pozos al fin y al cabo. Además de por el lugar en el que estaban excavados, los pozos se diferenciaban unos de otros por su brocal, la abertura que los conectaba con el exterior. Por lo tanto en la ciudad se podían admirar brocales de mármol y metales preciosos, cuyos dueños eran pozos pudientes y con gusto por la ostentación, pozos humildes de ladrillo y madera, y otros más pobres que solo eran agujeros que se abrían en la tierra.

Los pozos habitantes de esta ciudad se comunicaban de brocal a brocal, y las noticias se extendían rápidamente de una punta a otra. Un día la noticia fue la llegada a la ciudad de los pozos de una nueva “moda”, a buen seguro que esta moda tenía su origen en cualquiera de los pueblos humanos de los alrededores. Esta nueva tendencia decía que cualquier ser vivo que se precie debería cuidar con mucho mas mimo su interior que su exterior, o, dicho de otra forma, que importa mas el contenido que lo superficial.

Siguiendo esta nueva moda los pozos de la ciudad empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de monedas de oro y piedras preciosas. Los más prácticos se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Otros preferían el arte y se llenaban de pinturas y esculturas sofisticadas. Los músicos se llenaron de pianos de cola, violines y guitarras y los intelectuales se terminaron llenando con libros, publicaciones especializadas y manifiestos ideológicos.

Con el paso del tiempo la mayoría de los pozos se habían llenado hasta tal punto que ya no les cabía absolutamente nada mas. Como pasa con los humanos, los pozos no eran todos iguales, por lo que, si bien algunos se conformaron, otros muchos empezaron a pensar que debían hacer algo para poder seguir metiendo cosas en su interior….El más ocurrente pensó que en lugar de apretar su contenido podía aumentar su capacidad ensanchándose y así, en poco tiempo comenzaron a imitarlo y todos los pozos gastaban la mayor parte de su energía en ensancharse para poder hacer mas espacio en su interior. Había un pozo, pequeño, discreto y alejado del centro de la ciudad que observaba a sus compañeros ensanchándose sin medida y pensó que si continuaban así, en breve, se confundirían sus bordes y cada uno de ellos perdería su identidad. Quizás, preocupado por esta idea, fue como se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, si, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Pensó que mejor hacerse mas hondo en lugar de mas ancho.

No tardó en darse cuenta que todo lo que tenia en su interior le imposibilitaba su tarea de profundizar….si quería continuar con su idea de ser mas profundo debía tomar la decisión de vaciarse de todo su contenido….al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, poco a poco, cuando vio que no existía otra opción, lo hizo y, totalmente vacío de sus posesiones, el pequeño pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás pozos se adueñaban de los objetos de los que él se había deshecho…Un día, sin esperarlo, como sucede con estas cosas, se llevó una gran sorpresa: adentro, muy adentro, y muy, muy en el fondo encontró agua!!!! Nunca antes otro pozo había encontrado agua……

Necesito unos días para superar la sorpresa y cuando lo hizo empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por ultimo sacando agua hacia fuera. La ciudad de los pozos nunca había sido regada mas que por la lluvia, que era bastante escasa, así que la tierra de alrededor del pozo se revitalizó con el agua recibida y empezó a despertar.

Las semillas que la tierra tenia en sus entrañas brotaron en un verde pasto, en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que no tardaron en convertirse en árboles….y así, la vida explotó en mil colores adornando el alejado pozo al que empezaron a llamar “El Vergel”.

Los demás pozos le preguntaban cómo había conseguido el milagro, no es ningún milagro-contestaba el Vergel- solo hay que buscar en el interior, hacia lo mas profundo…Muchos quisieron seguir su ejemplo pero fueron perdiendo la idea cuando se dieron cuenta de que para ir hacia lo mas profundo, primero debían vaciarse. Y, siguieron haciéndose cada vez mas anchos para llenarse de más y más cosas….hasta que, en la otra punta de la ciudad, otro pozo, tomó la decisión de aceptar el riesgo del vacío…y empezó a profundizar….y también llegó al agua…y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en – ¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban.
– No sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay.la ciudad de los pozos….

Todavía pasaron algunos meses antes de que llegará el gran descubrimiento.

Un día, sin esperarlo, como suceden estas cosas, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de si mismos era la misma…..que el mismo río subterráneo que pasaba por lo mas profundo de uno también inundaba la profundidad del otro….y así, se dieron cuenta de que se abría ante ellos una nueva vida. Ahora no solo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, como lo hacían con los demás pozos, su búsqueda les había llevado a descubrir un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda, que sólo la consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de todos sus contenidos y buscar en lo mas profundo de su ser lo que tienen para dar…

 

CUENTOTERAPIA

Los cuentos son una herramienta complementaria de la psicoterapia, ya que abordan aspectos simbólicos. Ayudan a establecer una analogía entre el mundo fantástico y las situaciones cotidianas.

En terapia, el uso de cuentos o metáforas permiten a la persona llegar a sus propias conclusiones sin que tenga que ser dirigido directamente por el terapeuta. Para que sea eficaz la persona se tiene que ver reflejada en el cuento o la metáfora, identificándose con alguno o algunos de los personajes que aparecen en la narración.

Hay cuentos que sirven para experimentar, expresar o identificar emociones y otros que nos ofrecen posibles soluciones o aprendizajes.

Por ejemplo, el cuento de Pulgarcito, nos lleva a reflexionar sobre los propios temores a intentar valerse por nosotros mismos, así como encontrar nuestras fortalezas para ganar confianza y seguridad.

Los cuentos establecen vínculos porque además de ser el primer contacto con la literatura, los cuentos constituyen algunas de las impresiones más hondas y duraderas que una persona pueda experimentar. Son preventivos ya que brindan coordenadas éticas y fomentan la creatividad.

A continuación, te cuento un cuento:

TU PROPIO JUICIO”

A un oasis llegó un joven. Después de tomar agua y asearse le preguntó a un anciano que se encontraba descansando:

 – “¿Qué clase de personas viven aquí?”

-El anciano le preguntó: ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?

-“Un montón de gente egoísta y mal intencionada “replicó el joven. “Estoy encantado de haberme ido de allí”.

-A lo cual el anciano comentó: “Lo mismo habrá de encontrar aquí”.

Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó: ¿Qué clase de personas viven en este lugar? 

El viejo respondió con la misma pregunta: -“¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes? .

-“Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.” dijo el joven.

“Lo mismo encontrarás aquí”, respondió el anciano.

Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo: ¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?

A lo cual el viejo contestó: “Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón. Aquel que encuentra cosas buenas y bellas en los lugares en donde se encuentra, encontrara lo mismo en cualquier lugar a donde vaya, por el contrario el que no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosas buenas aquí ni en ninguna otra parte.”

 MORALEJA: Si te sientes dolorido por alguna causa externa; no es eso lo que te perturba, sino tu propio juicio sobre ella.

UN ESFUERZO TOTAL ES UNA VICTORIA COMPLETA

Una vez un hombre encontró un capullo de una mariposa y lo llevó a su casa para poder observar a la mariposa cuando saliera del capullo.mariposa

Un día notó un pequeño orificio en el capullo, y se sentó a observar durante horas cómo la mariposa luchaba para poder salir. El hombre la vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Parecía como que se había atascado.

Entonces el hombre, sintiendo lástima, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó el agujero para hacerlo más grande ¡Por fin la mariposa pudo salir!

Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante, las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el cuerpo. Sin embargo esto no sucedió. La mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas, jamás logró volar.

Lo que el hombre, en su bondad y apuro, no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y el esfuerzo de la mariposa por salir por el diminuto agujero, eran parte natural del proceso que forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que alcanzasen el tamaño y fortaleza requeridos para volar.

Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privado su desarrollo normal.

Moraleja:

Si se nos permitiese progresar en todo sin obstáculos, nos convertiremos en inválidos. No podremos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido a través del esfuerzo y la constancia.

Muchas veces el camino fácil no es el camino correcto. Esforzarnos nos ayuda a superar nuestras propias limitaciones, adquiriendo nuevas habilidades y destrezas. Este proceso, a veces doloroso, nos permite aprender y ser mejores cada día.

«No evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas»    Louis Pasteur

 

MI ARMADURA (Mecanismos de defensa)

caballeroLos mecanismos de defensa son como armaduras que crean nuestra mente para protegernos del sufrimiento o manejar la ansiedad y mantener nuestra autoimagen.

Los empleamos para defendernos de emociones o pensamientos que producen ansiedad, sentimientos depresivos o una herida en la auto-estima.

Los mecanismos de defensa son una parte normal del funcionamiento de nuestra mente y sólo se les considera patológicos cuando se abusa de ellos o cuando son demasiado rígidos.

Estos mecanismos fueron propuestos por Sigmund Freud desde el paradigma del psicoanálisis. Se les suele clasificar como primarios (desarrollados en la infancia) o secundarios (desarrollados en épocas posteriores) y existen muchas clasificaciones. Algunos de ellos son:

LA REPRESIÓN:  

Es el proceso que mantiene a las cosas (particularmente a los impulsos inaceptables) fuera de la conciencia.

La represión permite eliminar los sentimientos de dolor o ansiedad, pero si se utiliza en exceso tiene su costo, ya que hay que emplear gran cantidad de energía para mantener los eventos rechazados inconscientes

Por ejemplo: la semana pasada hizo algo de lo que se avergüenza, trata de no pensar en ello y a la larga puede incluso no ser capaz de recordarlo.

LA NEGACIÓN:

Consiste en negarse a creer que el acontecimiento amenazante o aversivo ocurrió o que la condición existe. La negación es igual en muchos aspectos a la represión: ambas mantienen fuera de la conciencia cosas que el individuo se siente incapaz de afrontar.

Un ejemplo es la madre que se niega a admitir que su hijo murió en combate y sigue actuando como si estuviera vivo.

296c73c4d8591c5c2d6540dbd052cc54LA PROYECCIÓN:

Es el mecanismo mediante el cual un individuo atribuye a otro sus propios impulsos y deseos inaceptables y de esa forma se los oculta a si mismo.

Ejemplo: La mujer que le atrae sexualmente un hombre por el que no debería tener esos sentimientos y a quien acusa de querer seducirla.

EL DESPLAZAMIENTO:

Consiste en cambiar el objetivo de un impulso, esto suele suceder porque el blanco elegido resulta amenazador y al cambiarlo se reduce la ansiedad.

Por ejemplo: la estudiante que está furiosa con un profesor y descarga su agresividad sobre su comprensivo novio evitando la ansiedad que surgiría si atacase realmente al profesor.

PARA COMPLETAR ESTA ENTRADA DE MI BLOG, LES RECOMIENDO QUE ESCUCHEN EL SIGUIENTE CUENTO DE ROBERT FISHER O LO ADQUIERAN EN FORMA DE LIBRO: 

 

Cuento budista «LOS 94 PROBLEMAS DEL GRANJERO»

Cuento budista «LOS 94 PROBLEMAS DEL GRANJERO»

descargaUn granjero se acercó a Buda, teniéndolo por un maestro sabio e instruido para describirle sus muchas dificultades y pedirle consejo sobre cómo resolverlos:

Maestro, tengo una buena granja, pero a veces hay inundaciones, y otras veces hay sequía, y mis cosechas no crecen tan bien como quisiera. Amo a mi esposa y ella a mí, pero a veces me regaña demasiado. Mis hijos se portan bien, pero demandan mucho de mí y muy a menudo, ¿qué debo hacer?

El Buda miró al granjero con compasión, extendió ambas manos y respondió:

– Lo siento, no puedo ayudarte con esos problemas.

El granjero se sintió atónito por unos momentos y replicó:

– Espera un minuto. La gente habla maravillas de ti en todos los rincones. Vienen a verte buscando consejo para toda clase de cosas, y se van iluminados.

– Lo siento –repitió el Buda– pero no hay nada que pueda hacer para ayudarte. Cada persona en todo momento tiene 83 problemas, y aún si un problema sustituye a otro, la cantidad permanece siempre igual. No puedo ayudarte con los 83 problemas.

– Bien, dime entonces –preguntó el granjero esperando sacar algo en claro de su visita–, ¿con qué sí me puedes ayudar?

– Te puedo ayudar con el problema número 84.

CONCLUSIÓN:

La vida es difícil; siempre vamos a tener 83 problemas, y si bien podemos y debemos intentar arreglarlos, al poco tiempo va a aparecer el siguiente.

Las cosas se complican y todo empieza a ir cuesta abajo cuando no estamos dispuestos a tener problemas, cuando no estamos dispuestos a tener dolor.

A menudo, las soluciones que buscan evitar el dolor, esas cosas que dejamos de hacer para no sufrir y que nos aportan una ilusión de control, son las que hipotecan nuestra felicidad.

Es el intento de controlar, resolver, reducir o evitar una experiencia dolorosa es lo que la vuelve problemática en muchas ocasiones porque nos distancia de nuestro verdadero sentido de la vida. De la vida que deseamos llevar y no nos atrevemos.

Sólo dándole la cara a aquello que nos duele, podemos seguir adelante. El dolor no es un problema a resolver, es algo inherente a la vida que hay que aceptar.

Aceptar el dolor implica que llevaremos la vida que deseamos vivir pese a él, que nuestros miedos no llevarán las riendas y que nuestra conducta y energía estará enfocada en lo que amamos y en vivir una vida que merezca la pena vivir.

 

AMURALLAR EL SUFRIMIENTO

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Había una vez un granjero que se acercó al Buda, teniéndolo por un maestro sabio e instruido. 

El granjero comenzó:
–Maestro, tengo una buena granja, pero a veces hay inundaciones, y otras veces hay sequía, y mis cosechas no crecen tan bien como quisiera. Amo a mi esposa y ella a mí, pero a veces me regaña demasiado. Mis hijos se portan bien, pero demandan mucho de mí y muy a menudo, ¿Qué debo hacer?
El Buda miró al granjero con compasión, extendió ambas manos y respondió:
– Lo siento, no puedo ayudarte con esos problemas.
El granjero se sintió atónito por unos momentos y replicó:
– Espera un minuto. La gente habla maravillas de ti en todos los rincones. Vienen a verte buscando consejo para toda clase de cosas, y se van iluminados.
– Lo siento –repitió el Buda– pero no hay nada que pueda hacer para ayudarte. Cada persona  tiene 83 problemas, cuando un problema desaparece, otro nuevo asoma para sustituirlo, la cantidad permanece siempre igual. No puedo ayudarte con los 83 problemas.
– Bien, dime entonces –preguntó el granjero esperando sacar algo en claro de su visita–, ¿Con qué sí me puedes ayudar?
– Te puedo ayudar con el problema número 84.

REFLEXIÓN:

La vida es difícil; siempre vamos a tener 83 problemas, y si bien podemos y debemos intentar arreglarlos, al poco tiempo va a aparecer el siguiente.

Las cosas se complican y todo empieza a ir cuesta abajo cuando no estamos dispuestos a tener problemas, cuando no estamos dispuestos a tener dolor.

A menudo, las soluciones que buscan evitar el dolor, esas cosas que dejamos de hacer para no sufrir y que nos aportan una falsa ilusión de control, son las que hipotecan nuestra felicidad.

Es el intento de controlar, resolver, reducir o evitar una experiencia dolorosa lo que la vuelve problemática en muchas ocasiones porque nos distancia de nuestro verdadero sentido de la vida. De la vida que deseamos llevar y no nos atrevemos.

Sólo dándole la cara a aquello que nos duele, podemos seguir adelante. El dolor no es un problema a resolver, es algo inherente a la vida que hay que aceptar.

Aceptar el dolor implica que llevaremos la vida que deseamos vivir pese a él, que nuestros miedos no llevarán las riendas y que nuestra conducta y energía estará enfocada en lo que amamos y en vivir una vida que merezca la pena vivir.

EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.descarga (1)

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salio con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile

Este cuento nos da un mensaje de advertencia: «No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad», o «No hay preguntas estúpidas».

«EL ELEFANTE ENCADENADO» Indefensión aprendida

0fa09774f8e9465c68de9df5a5206feeCuando yo era chico me encantaban los circos y lo que mas me gustaba de los circos eran los animales. También a mí, como a otros, después me enteré que me llamaba la atención el elefante.

Durante la función la enorme bestia hacia despliegue de su peso tamaño y fuerza descomunal…pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente : ¿ Qué lo mantiene entonces ¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia :
Si está amaestrado ¿Por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca…y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta : EL ELEFANTE DEL CIRCO NO ESCAPA PORQUE HA ESTADO ATADO A UNA ESTACA PARECIDA DESDE QUE ERA MUY, MUY PEQUEÑO.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar y también al otro y al que le seguía….Hasta
que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree – pobre – que NO PUEDE.

El tiene el registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás…jamás….intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Vivimos creyendo que un montón de cosas «no podemos» simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces, lo del elefante : grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO….NO PUEDO Y NUNCA PODRE. Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma : » NO PUEDO Y NUNCA PODRE » Vivimos condicionados por el recuerdo de otros, que ya no somos y no pudieron.

Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…..TODO TU CORAZON».

Jorge Bucay

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

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Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja.

Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio.Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.

Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario tocó el tronco con ambas manos.

Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

-Ese es mi árbol de los problemas, – contestó
-Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.

– Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior. Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.

Y tú, ¿qué haces con tus problemas?
¿Permites que tomen el control de tu vida o eres tú quien lleva el control?

No es fácil colocar a nuestros problemas en un compartimento, donde podremos retomarlos cuando tenemos la tranquilidad y capacidad emocional necesarias para resolverlos adecuadamente. Sin embargo es importante aprender a hacerlo.

Además, cuando nos enfrentamos a ellos, en el lugar y momento adecuados, no sólo podemos verlos de una manera distinta, más objetivamente, sino que podremos encontrar y aplicar su solución con mayor facilidad.

EL REGALO DE LOS INSULTOS

¿A quién pertenece el obsequio?quien-es-el-obsequio-fabula-L-fnDhOo

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, fue en su busca para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurai se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven empezó a insultar al anciano maestro. Arrojó unas cuantas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo lo posible para provocarle, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

–     ¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les preguntó:

– Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿A quién pertenece el obsequio?

–  A quien intentó entregártelo-respondió uno de los alumnos.

–  Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos-dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo

EL ESPANTAPÁJAROS Y LA DESIDIA

Puede que en estos momentos te suceda como a este espantapájaros:
Tal vez estés cansado y envuelto en una atmósfera de desidia e inercia, siendo infeliz, pero con un sueño en la lista de espera, aguardando el momento perfecto para que se cumpla.

No existe el momento perfecto. A veces, simplemente, hay que atreverse a saltar al vacío y dar un paso al frente.

¿Qué se interpone entre tú y tus sueños?

El mundo necesita gente que ame lo que hace y tú necesitas hacer cosas que te ayuden a ser «la mejor versión de tí mismo».

Por eso los retos nos permiten descubrir y potenciar nuestros talentos. Sólo cuando salimos de nuestra zona de confort y asumimos riesgos, aflora nuestra creatividad y resiliencia.

La vida es una oportunidad para crecer, experimentar, evolucionar y ser mejores. 

No la contemples… Construye, participa, proyecta, busca, toma decisiones, ¡Arriésgate!

 

 

 

SOLEDADES

02-Soledad

Ellos tienen razón,
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe.
¡Ah! pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
presoledad.

Después de la alegría viene la soledad.
Después de la plenitud viene la soledad.
Después del amor viene la soledad.

Ya sé que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo.

Sin asideros.
Sin pretextos.
Sin abrazos.
Sin rencores.
Sin las cosas que unen o separan,
y en esa sola manera de estar solo,
ni siquiera uno se apiada de uno mismo.

Los datos objetivos son como sigue:

Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos.
Una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios,
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos.

Claro que la soledad no viene sola,

si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades,
se verá un largo y compacto imposible.
Un sencillo respeto por terceros o cuartos,
ese percance de ser buenagente.

Después de la alegría.
Después de la plenitud.
Después del amor,
viene la soledad.

Conforme
pero
¿Qué vendrá después
de la soledad?

A veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si sé,
que mas allá de mi soledad
y de la tuya,
otra vez estas vos.

Mario Benedetti

EL TARRO Y EL MAESTRO (administrar el tiempo)

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Si sientes que la vida no te da para todo, que te falta tiempo, que no sabes cómo priorizar, recuerda esta historia:

Un día, un viejo profesor fue contratado para dar una formación sobre la planificación eficaz de su tiempo a un grupo de quince ejecutivos de grandes compañías norteamericanas.

El profesor les miró, y les dijo «Vamos a hacer un experimento».De debajo de la mesa, el profesor sacó un inmenso tarro de vidrio que puso delicadamente en frente suyo.

Luego sacó alrededor de doce piedras tan grandes como bolas de tenis y las depositó cuidadosamente, una por una en el gran tarro. Cuando el recipiente se llenó hasta el borde y era imposible agregarle una sóla piedra más, levantó lentamente los ojos hacia sus alumnos y les preguntó:

«¿Les parece que el tarro está lleno?»

Todos respondieron: «Sí.»

Esperó unos segundos y agregó : «¿Están seguros?»

Entonces, se agachó de nuevo y sacó de una bolsa muchas piedrecillas. Con mucho cuidado las agregó y sacudió ligeramente el tarro.

Las pequeñas piedras se infiltraron entre las grandes… hasta el fondo del tarro. El viejo profesor levantó nuevamente los ojos hacia su auditorio y reiteró su pregunta:

«¿Les parece que el tarro está lleno?»

Esta vez sus brillantes alumnos comenzaron a entender …Uno de ellos respondió: «¡Probablemente no!»

«Bien», respondió el viejo profesor.

Se agachó nuevamente y esta vez sacó de debajo de la mesa otra bolsa con arena y la agregó la arena al tarro.La arena rellenó los espacios existentes entre las piedras y las piedritas.

Una vez más, preguntó: «¿Les parece que el tarro está lleno?»

Esta vez sin pensarlo dos veces y en coro, los brillantes alumnos, respondieron:«¡No!»

«¡Bien!», respondió el viejo profesor.

Así que el hombre cogió la botella de agua que estaba sobre la mesa y llenó el tarro hasta el tope.El viejo profesor levantó entonces los ojos hacia su grupo y preguntó:

«¿Qué gran verdad nos demuestra esta experiencia?»

El más audaz respondió: «Esto demuestra que incluso cuando creemos que nuestra agenda está llena,si lo deseamos realmente, podemos agregar más citas, más cosas para hacer.»

El profesor respondió: «No es eso. La gran verdad que nos muestra esta experiencia, es la siguiente:Si uno no mete las piedras grandes primero en el tarro, jamás podría hacer entrar el resto después.»

«¿Cuáles son las piedras grandes en sus vidas?»:«¿Su salud?»,«¿Su familia?»,«¿Sus amigos?»,«¿Realizar sus sueños?»,«¿Hacer lo que aman?»,«¿Aprender?»,«¿Defender una causa?»,«¿Relajarse?»….

Lo mismo ocurre con la vida: Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes. Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad .Ocúpate de las piedras primero, de las cosas que realmente importan.

Establece tus prioridades, el resto es solo arena…

¿BUENA SUERTE O MALA SUERTE?

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Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casa en el campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, por lo que ese animal era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:

-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quién sabe?.

Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:

-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar, ¡qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.

Después de unos meses el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:

¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.

El hombre, otra vez lo miró y dijo:

¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quién sabe?.

Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:

-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!

Otra vez el hombre lo miró diciendo:

¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quien sabe ?.

MORALEJA:
Todo lo que a primera vista puede ser un contratiempo con el tiempo puede resultar una oportunidad.

Recordemos que, más allá de las circunstancias, en nosotros está la capacidad de aprovechar las oportunidades que éstas ofrecen, de disfrutar de cuanto tienen de bueno y de utilizar lo peor de las mismas como un trampolín para cambiar, para crecer, para desarrollar potencialidades dormidas.

Seamos los protagonistas de nuestra buena suerte. Disfrutemos de aquello de lo que disponemos y no pongamos nuestra felicidad en lo que fue o en lo que será.

LA LEYENDA DE SAN JORGE Y EL DRAGÓN

santjordiErase una vez en un reino muy lejano donde sus habitantes vivían atemorizados por culpa de un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales.

Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo decidieron dar al dragón cada día una persona en sacrificio. Y así se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.

Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Era una princesa joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial por su padre quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su hija formaba parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado.

La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le contó sobre los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla a su suerte y le dijo que él estaba allí para salvarla.

El caballero tenía por nombre Jorge y se enfrentó al dragón tan pronto como este apareció. Ambos libraron una gran batalla hasta que el caballero le incrustó una gran lanza en el pecho. De la sangre que derramó el dragón nació un hermoso rosal que Jorge entregó a la princesa después de haber ganado la batalla.

 

Se trata de transformar las adversidades y los monstruos, que son nuestros miedos, en aliados sobre los que cabalgamos. El mito de san Jorge es un ejemplo de transformación: el miedo y el dolor que simboliza el dragón se convierten en una cabalgadura que libera a la princesa. San Jorge no mata al dragón, sino que monta sobre él porque lo ha integrado.

 

 

 

LAS ESTRELLAS DE MAR …Un cuento sufí

starfish_girlHabía una vez un escritor que vivía a orillas del mar; donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro.

Una mañana de invierno, cuando salía a pasear por la playa se sorprendió al ver miles de estrellas de mar sobre la arena, prácticamente estaba cubierta toda la orilla.

Se entristeció al observar el gran desastre, pues sabía que esas estrellas apenas podían vivir unos minutos fuera del agua. Resignado, comenzó a caminar con cuidado de no pisarlas, pensando en lo fugaz que es la vida, en lo rápido que puede acabar todo.

A los pocos minutos, distinguió a lo lejos una pequeña figura que se movía velozmente entre la arena y el agua. En un principio pensó que podía tratarse de algún pequeño animal, pero al aproximarse descubrió que, en realidad, era una niña que no paraba de correr de un lado para otro: de la orilla a la arena, de la arena a la orilla.

El hombre decidió acercarse un poco más para investigar qué ocurría:
Hola -saludó.
Hola -le respondió la niña.
¿Qué haces corriendo de aquí para allá? -le preguntó con curiosidad.

La niña se detuvo durante unos instantes, cogió aire y le miró a los ojos.
¿No lo ves? -contestó sorprendida- «Estoy devolviendo las estrellas al mar para que no se mueran».

El hombre asintió con lástima:«Sí, ya lo veo, pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas. Tu esfuerzo no tiene sentido».

La niña se agachó, cogió una estrella que estaba a sus pies y la lanzó con fuerza al mar:«Para esta sí que ha tenido sentido».

El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con la joven y las estrellas de mar por encima de las olas.

A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó a la joven y le ayudó a salvar estrellas…

REFLEXIÓN:“Como no se puede hacer todo, será mejor no hacer nada”, sería el engañoso lema del pesimista en este caso encarnado en el escritor, que demuestra la falta de compromiso y de acción, la pasividad e indiferencia, la comodidad o la apatía frente a las circunstancias.

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO

balanzaCuenta una historia que un joven fue a visitar a su anciano profesor. Y entre lágrimas le confesó: “He venido a verte porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas ni para levantarme por las mañanas. Todo el mundo dice que no sirvo para nada. ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?”. El profesor, sin mirarlo a la cara, le respondió: “Lo siento, chaval, pero ahora no puedo atenderte. Primero debo resolver un problema que llevo días posponiendo. Si tú me ayudas, tal vez luego yo pueda ayudarte a ti”.

El joven, cabizbajo, asintió con la cabeza. “Por supuesto, profesor, dime qué puedo hacer por ti”. El anciano se sacó un anillo que llevaba puesto y se lo entregó al joven. “Estoy en deuda con una persona y no tengo suficiente dinero para pagarle”, le explicó. “Ahora ve al mercado y véndelo. Eso sí, no lo entregues por menos de una moneda de oro”.

Una vez en la plaza mayor, el chaval empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Pero al pedir una moneda de oro por él, algunos se reían y otros se alejaban sin mirarlo. Derrotado, el chaval regresó a casa del anciano. Y nada más verle compartió con él su frustración: “Lo siento, pero es imposible conseguir lo que me has pedido. Como mucho me daban dos monedas de bronce”. El profesor, sonriente, le contestó: “No te preocupes. Me acabas de dar una idea. Antes de ponerle un nuevo precio, primero necesitamos saber el valor real del anillo. Anda, ve al joyero y pregúntale cuánto cuesta. Y no importa cuánto te ofrezca. No lo vendas. Vuelve de nuevo con el anillo”.

Tras un par de minutos examinando el anillo, el joyero le dijo que era “una pieza única” y que se lo compraba por “50 monedas de oro”. El joven corrió emocionado a casa del anciano y compartió con él lo que el joyero le había dicho. “Estupendo, ahora siéntate un momento y escucha con atención”, le pidió el profesor. Le miró a los ojos y añadió: “Tú eres como este anillo, una joya preciosa que solo puede ser valorada por un especialista. ¿Pensabas que cualquiera podía descubrir su verdadero valor?”. Y mientras el anciano volvía a colocarse el anillo, concluyó: “Todos somos como esta joya: valiosos y únicos. Y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que personas inexpertas nos digan cuál es nuestro auténtico valor”.

Este cuento de Jorge Bucay  Trata de la autoestima y nos recuerda nuestro compromiso interno de autovalorarnos.. Esa valoración debería nacer de lo que honestamente piensas de ti mismo y no de lo que los demás piensen o de lo que los otros te reconozcan.

EL ÁGUILA QUE CREÍA SER UNA GALLINA

cache_2436677095Un día, paseando, un granjero se encontró un huevo de águila y lo llevó a su corral de gallinas. Lo colocó en el nido de una gallina de corral.

El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos. Y, aunque era un águila real, vivió así… como si fuera una gallina más del corral:

Durante este tiempo, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo.

Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos para comer, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos y gallinas.

Después de todo, ¿No es así como había de volar un polluelo?

En la granja recibió calor y cariño… y aprendió muchas cosas:

1º) Aprendió de los pollos y gallinas… que son muy quejosas… a quejarse; pero no le gustó. Quién va por la vida así, ha de resultar insoportable de aguantar. No, no quiso adoptar esa manera de ser.

2º) Aprendió del gallo a actuar como un ser tirano, celoso y altanero… pero tampoco le gustó. Mejor olvidarlo.

3º) Quiso aprender del cerdo… pero le pareció demasiado sucio y desordenado. Pensó que había que cuidar más la imagen a dar…

4º) Luego se fijó en el burro, a ver si podía aprender algo de él, pero le pareció muy indeciso y demasiado terco. Así, seguro que se le escaparían muchas oportunidades en la vida.

5º) También quiso aprender de la vaca… pero no le gustó su forma de estar en la vida, siempre indiferente a la realidad que le rodeara, como pensando siempre que el otro prado que anda más allá parece más verde… ¿Cómo poder ser feliz creyendo siempre que lo mejor está lejos, como al otro lado…?

6º) De los loros empezó a aprender a decir cosas… pero llegó a la conclusión de que son demasiado chismosos. Y haciendo lo que ellos, al señalar a alguien con su dedo, para acusarle, observó que siempre había tres dedos de su mano que le señalaban a él…

7º) Miró al buitre, pero enseguida le desagradó su manera ventajera de estar en la vida, siempre tan carroñero, queriéndose aprovechar de los descuidos ajenos… ¡Qué mezquindad!. No, él no quería ser así.

8º) Luego le llamó la atención un pavo que conoció: sacando pecho, pero siempre cauteloso y como cuestionándolo todo… ¿Qué rollo, no?

El quería hacer en la vida algo diferente… ¿por qué no algo importante?

Un día el aguilucho divisó muy por encima de él, en el limpio cielo, a una magnífica ave que volaba, elegante y majestuosamente, por entre las corrientes de aire, como flotando entre las nubes del cielo, moviendo apenas sus poderosas alas doradas…

La cría de águila la miraba asombrada hacia arriba… ¡le parecía algo tan espléndido aquello de volar…!

Y preguntó a una gallina que estaba junto a ella:

– ¿Qué es?.
– Es el águila, el rey de las aves, respondió la gallina.
– ¡Qué belleza!.Cómo me gustaría a mí volar así…!
– No pienses en ello, le dijo la gallina. Añadiendo: Tú y yo somos diferentes de ella.

De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y siguió creyendo que era una gallina de corral.

Un día una pareja de ecologistas visitó al granjero, y al ver a los animales de la granja descubrieron entre las gallinas al aguilucho:

– Tienes un águila entre las gallinas, le dijo la licenciada en Ecología al granjero.
– Si, respondió éste, pero es como si fuese una gallina, come, vive como una gallina, apenas sabe volar.

¿Quién eres? ¿Quién quieres ser? ¡DESCÚBRELO!c

La historia de la vaca

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Esta curiosa historia nos invita a  reflexionar y cambiar la perspectiva y romper con los esquemas que nos mantienen en el conformismo, la inactividad y la mediocridad para alcanzar el crecimiento personal.

Esta es la historia de un aprendiz, que partió en un viaje con su maestro y transformó su forma de ver las cosas. 

 “Emprendieron el camino por los lugares más pobres de la comunidad hasta que llegaron a una casa a punto de derrumbarse, rodeada de basura que daba un aspecto de total abandono, donde vivían en diez metros cuadrados ocho personas, dos abuelos, dos padres y cuatro hijos, con viejas vestiduras, sucios y malolientes. Allí en ese lugar pasaron la noche el maestro y su discípulo.

En medio de esa pobreza esta familia contaba con una posesión, una vaca, que era lo único que les separaba de la miseria total.

 Al día siguiente se levantaron para salir temprano de allí, pero antes, el maestro dijo a su discípulo “es hora de que aprendas la lección“, ante la mirada atónita del chico el maestro sacó una daga y apuñaló la vaca que se encontraba atada a la puerta de la paupérrima vivienda.

 El joven desconcertado solo atinaba a decir con angustia y en voz baja para no despertar a nadie, “que ha hecho maestro, que significa esta lección donde se deba dejar a esta familia sin su único sustento”. El maestro ni se inmutó, solo dijo que ya era hora de partir.

Cuenta la historia que un año después decidieron ambos hombres visitar nuevamente el lugar. Buscaron y buscaron, no daban con la vivienda.

El joven se sentía más angustiado, se le venían a la cabeza los peores pensamientos de lo que pudiera haber sucedido cuando los moradores vieron muerto a su único sustento.  

En ese momento se encontraban en el sitio que creían era el correcto pero en lugar de la casucha había una edificación muy moderna, pensó que  la familia había tenido que mudarse y otros habían tomado el terreno pero ¿a dónde a habían ido? y ¿Con que suerte? .

 Titubea en arrimarse a esta mansión para preguntar si conocían el paradero de la familia anterior. Entonces tocó a la puerta y cual fué su sorpresa cuando quien le abre era el mismo señor que un año atrás vivía y vestía la miseria.

Incrédulo le pregunta, ¿Qué les ha sucedido?

El dueño de casa ignorante que el maestro y el discípulo eran los causantes de la muerte de la vaca, les comenta el horror que vivieron esa mañana, que su primera reacción fue la desesperación, ¿Qué sería de sus vidas de ahora en adelante?

En medio de esa angustia, continúa relatando, pensé que teníamos que hacer algo pues moriríamos de hambre, por lo que urgentemente teníamos que buscar otra fuente de subsistencia.

 Visualizamos mucho espacio detrás de la casa, limpiamos y decidimos sembrar vegetales y verduras, empezamos a ver cuan rápido crecían y que nos daba más de lo que necesitábamos para comer, por lo que se nos ocurrió vender producto en el mercado.

Poco a poco cambió nuestra vida durante este año y hemos logrado lo que ve, la muerte de nuestra vaca realmente nos ha traído prosperidad.

 El joven escuchaba atónitoentendió finalmente la lección. El maestro escuchaba en silencio, luego llamó aparte a su discípulo y le preguntó:

¿Si esta familia aún tuviese su vaca, crees estaría en estas condiciones de hoy?”

Seguramente no, respondió el joven.

Nos encontramos frente a una metáfora para dejar atrás hábitos, excusas y creencias que nos mantiene estancados en la mediocridad

¿Qué «vacas» cargamos en el día a día y de que forma nos autolimitan?

Lo interesante es percatarse de cómo todas las excusas que vamos incorporando a nuestros esuqemas mentales dirigen nuestra manera de actuar.

Existen situaciones que nos impiden progresar pero las mantenemos  para sentirnos seguros.

Mejorar, crecer, emprender …. la búsqueda de la felicidad en general, requiere ser valiente, arriesgar y tomar decisiones. Es el inconformismo lo que nos impulsa a buscar otras alternativas y nos permite superarnos y reinventarnos.