Los 5 tipos de personalidad

¿Has pensado alguna vez sobre cuáles son tus rasgos de personalidad?

La personalidad es el concepto que hace referencia a la forma de ser, actuar y ver el mundo que tenemos las personas.

La teoría de los rasgos de la personalidad los “Big Five” se centra en las diferencias entre los individuos. Esta es la teoría más avalada científicamente y en la que se basan muchos estudios e instrumentos para determinar la personalidad.

Un rasgo es una característica relativamente estable de la personalidad que hace que las personas se comporten de cierta manera. La combinación e interacción de diversos rasgos forman una personalidad que es única para cada individuo.

Según este modelo, nuestra personalidad depende de la «cantidad» de rasgo que tengamos. Es decir, todo el mundo posee un cierto grado de cada uno de estos factores, pero algunos sobresalen más marcando así nuestra personalidad.

Los cinco rasgos son:

  1. Apertura a nuevas experiencias
  2. Ser consciente o responsabilidad
  3. Extraversión o extroversión
  4. Afabilidad o amabilidad
  5. Inestabilidad emocional

Cada uno de los cinco factores de personalidad representa un rango entre dos extremos. Por ejemplo, la extraversión representa una continuidad entre la extraversión y la introversión extrema. En el mundo real, la mayoría de la gente cae en alguna parte entre los dos extremos polares de cada dimensión.

Apertura a la Experiencia

Muestra en qué grado una persona tiende a buscar nuevas experiencias personales y concibe de una manera creativa su futuro. La persona abierta a la experiencia tiene una relación fluida con su imaginación, aprecia el arte y la estética, y es consecuente con sus emociones y la de los que le rodean. Prefieren romper con la rutina y suelen poseer conocimientos sobre amplios temas debido a su curiosidad intelectual. Su opuesto es la Cerrazón a la Experiencia (o al Cambio).

Los individuos que puntúan bajo tienen intereses más convencionales. Disfrutan de lo sencillo más que de lo complejo, ambivalente y sutil. Suelen observar las ciencias o el arte como disciplinas poco prácticas. Prefieren la familiaridad a lo novedoso; son moderados y apegados a la tradición.

Responsabilidad

Refiere a cuán centrado está el sujeto en sus objetivos, además de cuán disciplinado se muestra para la consecución de dichos fines. Podríamos decir que la persona con alta puntuación en este factor es un individuo organizado, con capacidad de concentración, que termina sus tareas y que piensa antes de tomar una decisión.

Extraversión

Define el grado en que el sujeto se muestra abierto con los demás y canaliza su energía en contextos sociales. Examina cuánto le agrada a un sujeto estar rodeado de otras personas, cuánto le gusta expresarse ante los demás, etc. Su opuesto es la introverción, que se caracteriza en personas reservadas, que a menudo son tachados de antipáticos. Suelen ser ciertamente independientes, prefieren la rutina y el ambiente familiar.

Prefieren estar solos y no les agrada formar parte de bullicios de gente, lo cual no quiere decir que sean menos felices. Frecuentemente se muestran tan animados como el que más en círculos estrechos de amistad. Son más reflexivos que los extrovertidos, y tienden menos a la acción.

Amabilidad

Es el grado en que la persona se muestra respetuosa, tolerante y tranquila. La persona amable es aquella que confía en la honestidad de los otros individuos, tiene vocación para ayudar y asistir a quien lo necesite, se muestra humilde y sencillo, y es empático hacia las emociones y sentimientos ajenos.

Estabilidad emocional

Define en qué grado una persona afronta sin problema las situaciones complicadas de la vida. Los sujetos tranquilos, no muy proclives a sentir rabia o a enfadarse, suelen permanecer animados y gestionan muy bien sus crisis personales. Las personas moderadas y sosegada puntúan alto en este factor.

Existe un cuestionario, el Big Five Questionnaire  (BFQ) que permite la realización de un perfil de personalidad y que usan frecuentemente los psicólogos.

«La comprensión de tu tipo (personalidad) puede hacer que tus percepciones sean más claras, tus juicios más sólidos y tu vida más cercana al deseo de tu corazón.» – Isabel Briggs Myers

 

«LA CIUDAD DE LOS POZOS» cuento para reflexionar

Había una vez una ciudad, una ciudad en la que no habitaban personas como sucedía en el resto de ciudades de ese planeta. Esta ciudad en concreto estaba habitada por pozos.

Si, por pozos, pozos vivientes…..aunque suene raro, pero pozos al fin y al cabo. Además de por el lugar en el que estaban excavados, los pozos se diferenciaban unos de otros por su brocal, la abertura que los conectaba con el exterior. Por lo tanto en la ciudad se podían admirar brocales de mármol y metales preciosos, cuyos dueños eran pozos pudientes y con gusto por la ostentación, pozos humildes de ladrillo y madera, y otros más pobres que solo eran agujeros que se abrían en la tierra.

Los pozos habitantes de esta ciudad se comunicaban de brocal a brocal, y las noticias se extendían rápidamente de una punta a otra. Un día la noticia fue la llegada a la ciudad de los pozos de una nueva “moda”, a buen seguro que esta moda tenía su origen en cualquiera de los pueblos humanos de los alrededores. Esta nueva tendencia decía que cualquier ser vivo que se precie debería cuidar con mucho mas mimo su interior que su exterior, o, dicho de otra forma, que importa mas el contenido que lo superficial.

Siguiendo esta nueva moda los pozos de la ciudad empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de monedas de oro y piedras preciosas. Los más prácticos se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Otros preferían el arte y se llenaban de pinturas y esculturas sofisticadas. Los músicos se llenaron de pianos de cola, violines y guitarras y los intelectuales se terminaron llenando con libros, publicaciones especializadas y manifiestos ideológicos.

Con el paso del tiempo la mayoría de los pozos se habían llenado hasta tal punto que ya no les cabía absolutamente nada mas. Como pasa con los humanos, los pozos no eran todos iguales, por lo que, si bien algunos se conformaron, otros muchos empezaron a pensar que debían hacer algo para poder seguir metiendo cosas en su interior….El más ocurrente pensó que en lugar de apretar su contenido podía aumentar su capacidad ensanchándose y así, en poco tiempo comenzaron a imitarlo y todos los pozos gastaban la mayor parte de su energía en ensancharse para poder hacer mas espacio en su interior. Había un pozo, pequeño, discreto y alejado del centro de la ciudad que observaba a sus compañeros ensanchándose sin medida y pensó que si continuaban así, en breve, se confundirían sus bordes y cada uno de ellos perdería su identidad. Quizás, preocupado por esta idea, fue como se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, si, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Pensó que mejor hacerse mas hondo en lugar de mas ancho.

No tardó en darse cuenta que todo lo que tenia en su interior le imposibilitaba su tarea de profundizar….si quería continuar con su idea de ser mas profundo debía tomar la decisión de vaciarse de todo su contenido….al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, poco a poco, cuando vio que no existía otra opción, lo hizo y, totalmente vacío de sus posesiones, el pequeño pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás pozos se adueñaban de los objetos de los que él se había deshecho…Un día, sin esperarlo, como sucede con estas cosas, se llevó una gran sorpresa: adentro, muy adentro, y muy, muy en el fondo encontró agua!!!! Nunca antes otro pozo había encontrado agua……

Necesito unos días para superar la sorpresa y cuando lo hizo empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por ultimo sacando agua hacia fuera. La ciudad de los pozos nunca había sido regada mas que por la lluvia, que era bastante escasa, así que la tierra de alrededor del pozo se revitalizó con el agua recibida y empezó a despertar.

Las semillas que la tierra tenia en sus entrañas brotaron en un verde pasto, en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que no tardaron en convertirse en árboles….y así, la vida explotó en mil colores adornando el alejado pozo al que empezaron a llamar “El Vergel”.

Los demás pozos le preguntaban cómo había conseguido el milagro, no es ningún milagro-contestaba el Vergel- solo hay que buscar en el interior, hacia lo mas profundo…Muchos quisieron seguir su ejemplo pero fueron perdiendo la idea cuando se dieron cuenta de que para ir hacia lo mas profundo, primero debían vaciarse. Y, siguieron haciéndose cada vez mas anchos para llenarse de más y más cosas….hasta que, en la otra punta de la ciudad, otro pozo, tomó la decisión de aceptar el riesgo del vacío…y empezó a profundizar….y también llegó al agua…y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en – ¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban.
– No sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay.la ciudad de los pozos….

Todavía pasaron algunos meses antes de que llegará el gran descubrimiento.

Un día, sin esperarlo, como suceden estas cosas, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de si mismos era la misma…..que el mismo río subterráneo que pasaba por lo mas profundo de uno también inundaba la profundidad del otro….y así, se dieron cuenta de que se abría ante ellos una nueva vida. Ahora no solo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, como lo hacían con los demás pozos, su búsqueda les había llevado a descubrir un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda, que sólo la consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de todos sus contenidos y buscar en lo mas profundo de su ser lo que tienen para dar…

 

DOLOR ¿EMOCIONAL?

imagesEl dolor emocional trae como consecuencia malestares físicos y corporales.

Nuestras emociones están vinculadas a nuestros dolores. Es decir, a veces nuestros dolores son un efecto de ciertas emociones y sentimientos vividos. Nuestro cuerpo reacciona y establece una conexión, es por esta razón que nuestro sistema inmune se va debilitado por una mala salud emocional.

Diferentes estudios cerebrales han constatado que la misma parte del cerebro que funciona como procesador de dolor físico, también tiene la tarea de procesar el dolor emocional.

David Alexander, Director del Centro de Investigación de Trauma, afirma que «La gente que ha sufrido daños emocionales a menudo traduce ese dolor en algo físico”.

El dolor físico es una advertencia de nuestro organismo para no hacer algo que nos hace daño, por ejemplo, caminar con un tobillo o una pierna rota.El dolor emocional, también puede ser una advertencia, por ejemplo, para no volvernos a acercar a cierto tipo de persona que nos puede herir emocionalmente.

Otro tipo de dolor emocional es «La pena compleja. Mary Frances O’Connor, investigadora de UCLA, la define como un dolor que se da en 10% de personas que pierde a un ser querido y que no consiguen adaptarse al dolor que sienten.

Es importante entender que algunas personas sufren traumas, es decir, siguen sintiendo un dolor emocional mucho tiempo después de experimentar el contacto directo con la circunstancia que lo causó.

No es necesario que fueran sucesos trágicos sino simplemente que vivieran situaciones que su estructura emocional no supo procesar de otra manera, creando un esquema de supervivencia basado en el miedo, la tristeza o el odio.

Elsa Punset, en su libro “Inocencia radical” habla de diez esquemas básicos que causan dolor emocional: (Cinco esquemas personales y cinco esquemas sociales):

 El Esquema del Abandono: «Siempre me abandonan»
Este esquema surge a raíz de nuestras reacciones ante las pérdidas: tememos que las personas que nos rodean nos abandonen. El abandono original pudo ser simbólico o real, debido a padres emocionalmente fríos o distantes, a mudanzas incesantes, a muertes, divorcios. Produce la sensación de estar aislado.

El Esquema de la privación o carencia: «A nadie le importan mis necesidades»
En la infancia de las personas que tienen este tipo de esquemas, los padres probablemente no tuvieron tiempo, o interés, en escuchar al niño. Él tuvo la sensación de que nadie quería estar a su lado, o de que sus necesidades emocionales no importaban. Ahora es un adulto hipersensible al hecho, real o imaginado, de que las personas no se fijan en sus necesidades profundas: siente hambre de mimos, de calidez o de afecto. En algunos adultos, este esquema despierta la ira, porque los demás parecen ignorarnos. A veces a estas personas les cuesta mucho expresar sus necesidades, y por ello los demás, simplemente no las captan. 

El esquema del dominado: «Nunca me salgo con la mía»
Esta persona tal vez tuvo padres dominantes y controladores que no dejaron al niño ser autónomo. El autoritarismo de los padres pudo expresarse desde la violencia abierta hasta la manipulación encubierta de la voluntad y la vida del niño. Emergerán adultos sin sentido de control sobre sus vidas, que no defienden ni apenas conocen sus propias preferencias. Generalmente, sus parejas también les dictarán lo que deben hacer. En la  infancia, este esquema pudo producir una estrategia de pasividad, para evitar el enfrentamiento, o al revés, una rebeldía que más adelante se convertirá en exagerada susceptibilidad ante cualquier posible señal de manipulación por parte del otro. Así, algunos adultos aquejados de este esquema evitan comprometerse para evitar acuerdos que puedan restarles libertad. 

El esquema del desconfiado: «No puedo fiarme de la gente»
Estas personas han sido víctimas de abusos físicos, emocionales o sexuales y han perdido la confianza en los demás. A veces, eligen relaciones donde sus peores sospechas se confirman, sólo porque les resultan familiares. Este esquema se diferencia de los demás esquemas porque las personas han sido heridas por otros de forma intencionada. La respuesta ha sido necesaria para sobrevivir, aunque ahora se aplique de forma compulsiva e inapropiada. 

El esquema del imperfecto: «No merezco amor»
La persona con este esquema tiene la sensación de que no merece amor, de  que es de alguna forma defectuoso. Es un esquema que suscita por tanto vergüenza y humillación. La persona aquejada tal vez tuvo padres hipercríticos, que la insultaban o desaprobaban con frases «no eres lo suficientemente bueno» o «me avergüenzo de tener un hijo como tú». Pudo recibir un mensaje no verbal muy negativo que el niño interiorizó: ahora el adulto se mira con desprecio. Las estrategias típicas de este esquema consisten en aceptar el veredicto, capitular y esconderse; o al contrario, en mostrar arrogancia y buscar la adulación de los demás. 

El esquema del excluido: «No pertenezco, no encuentro mi lugar, nadie me da cobijo«
Este esquema afecta a cómo nos sentimos en los grupos, bien sea en el entorno laboral, familiar o social. Se fija cuando la mirada de nuestra familia ya no es suficiente y buscamos la aprobación de los demás. Aparece aquí el niño con el que nadie quiso jugar, el que tuvo una familia diferente, o el que no encajó tras un divorcio en las nuevas familias de sus padres. Las personas aquejadas de este esquema suelen quedarse en las afueras de la vida social porque temen el rechazo de los demás. 

El esquema del miedoso: «Cuidado, el mundo es muy peligroso»
Este esquema se centra en la vulnerabilidad y en la pérdida de control. Tal vez uno de los padres tuvo tendencia a ser catastrofista, a un miedo real o imaginado, como una enfermedad, lastró la vida del niño durante un tiempo. La estrategia más típica ante este esquema se manifiesta a través de una prudencia exagerada, de un miedo al riesgo muy marcado. 

El esquema del fracasado: «Todo me sale mal»
La sensación típica de este esquema es que uno es un fracasado a pesar de cualquier indicio de éxito. A veces se debe a unos padres exageradamente exigentes, que hicieron sentirse inepto al niño o que hacían comparaciones odiosas con hermanos o con personas o niños muy exitosos. Ahora este adulto ni siquiera cree que merezca que las cosas le salgan bien. Así que surgen el fenómeno del impostor: estas personas que creen que no merecen triunfar y que si lo hacen, alguien las desenmascarará. 

El esquema del perfeccionista: «Tengo que ser perfecto»
El adulto que tiene este esquema pudo tener padres que nunca dieron su beneplácito pleno al niño. Por tanto, este se sintió inadecuado, y ahora cree que vale por lo que consigue, no por lo que es. Como ocurre con el esquema del fracaso, el esquema del perfeccionista tiene que ver con la capacidad para lograr las metas. En el esquema del fracaso esperamos demasiado poco de nosotros mismos; en el del perfeccionista, demasiado. 

El esquema del ser especial: «Yo no tengo por qué seguir reglas»
Lo que define este esquema es la necesidad de retar los límites de la vida: conducir a velocidades no razonables, servirse mucha comida cuando apenas hay para los demás, aparcar en una plaza para discapacitados, exigir a la pareja todo a cambio de casi nada. Estas personas se sienten especiales y carecen de la empatía necesaria para preocuparse del abuso que eso pueda suponer para los demás. Los niños que desarrollan este esquema tal vez hayan sido muy mimados, o han crecido en un entorno adinerado, o carente de límites, con padres permisivos o excesivamente serviciales. De adultos, pueden convertirse en personas impulsivas, infantiles y egoístas. Algunas veces, el esquema afecta a hijos de padres muy exigentes, que exageraban sus logros para sentirse especiales. También puede darse en adultos que han carecido de afecto o que han sufrido necesidades materiales: están resentidos y piensan que se les debe compensar con ello. 

El dolor en nuestra vida es inevitable, pero podemos aceptarlo, transitarlo y sobre todo, transformarlo en una experiencia de aprendizaje.