CEREBRO EMPÁTICO

Hombres y mujeres no procesan por igual la visión de rostros con expresiones felices o tristes. Ante rostros tristes o con expresión de dolor, el cerebro femenino responde con más intensidad al estímulo.

Entendemos a los otros, no sólo por situarnos en su lugar, sino también porque somos capaces de contagiarnos de lo que sienten. Sentir las mismas emociones que otros, aporta un talento extraordinario para la integración y la comunicación con los demás.

Ante la visión del dolor infligido a una persona querida, se activan sus mismos centros afectivos del dolor físico. Estos dolores permiten, especialmente a las mujeres, sentir compasión.

A través del rostro podemos expresar toda nuestra riqueza afectiva, leer los pensamientos, hacernos cargo de la situación interior de la persona o reconocer sus deseos e intenciones. La empatía implica a las mismas estructuras neuronales que procesan nuestras propias experiencias, de forma que compartimos inconscientemente los mensajes emocionales de los demás.

Al ver el rostro de una persona de la que sabemos que juega limpio, activamos la red neuronal de recompensa emocional, lo contrario que el rostro del tramposo insolidario, que nos produce poco efecto en el cerebro.

Todo ello nos lo explican en este interesante documental:

CEREBRO + EMOCIÓN

InteligenciaEmocionalV

David Goleman afirma que la inteligencia emocional se compone de un conjunto de habilidades, estas son:

1) Conocer las propias emociones: Reconocer un sentimiento en el momento en que ocurre. Ser capaz de ponerle «nombre»

2) Manejar las emociones: La habilidad para manejar los propios sentimientos evitando que nos controlen. Desarrollando estrategias de autocontrol para afrontar los sentimientos negativos y/o las situaciones adversas.

3) Motivarse a sí mismo: Darse ánimos y mensajes positivos. Ser capaz de apostar por uno mismo a pesar de la incertidumbre, el desaliento o la angustia.

4) Reconocer las emociones de los demás: Leer las emociones de los demás nos ayuda a entender mejor las situaciones. Nos acerca a quienes nos rodean y nos permite actuar en consecuencia.

5) Establecer relaciones: El arte de establecer buenas relaciones con los demás.

Solemos estar entrenados para resolver situaciones difíciles en términos operativos, es decir, en la búsqueda de soluciones y en la toma de decisiones pero  en ocasiones olvidamos la parte emocional del problema: lo que sentimos al respecto y que significado emocional tiene esa situación para nosotros.

No entender nuestros propios sentimientos, negarlos o no respetarlos, nos lleva a menudo al intento de soluciones equivocadas que tienen un coste para nuestra autoestima.

Soluciones  que obedecen a la autoexigencia o a la exigencia percibida del entorno que en ningún caso resuelven el conflicto interior, desembocando en comportamientos inesperados, desesperados y de los que nos solemos arrepentir.

La inteligencia emocional se refiere a la habilidad para percibir, entender, razonar y manejar las emociones de uno mismo y la de los demás.

Involucra la capacidad de ser conscientes de las emociones y de como estas afectan e interactúan con los otros tipos de inteligencia.

 

aristoteles

¿QUÉ ES EL EQUILIBRIO?

 

     El equilibrio

  Los chinos definen la enfermedad como un desequilibrio entre el Yin y el Yang.

Estas fuerzas conforman un equilibrio dinámico ya que cuando una aumenta, la otra disminuirá y produce un desbalance.
La inteligencia emocional, es la capacidad para reconocer los sentimientos propios y los de los demás, como así también la capacidad para manejarlos.

Esto implica la capacidad de motivarse a sí mismo, de mantener el empeño en las tareas emprendidas, de superar las frustraciones, de regular el sentir interno, de diferir momentáneamente las gratificaciones, de evitar que el sufrimiento afecte la propia racionalidad, de confiar en los demás y empatizar con ellos.

Hoy en día, alcanzar un estado de equilibrio emocional es mucho más que un mero lujo, es un aspecto de la salud en general, y es el medio más adecuado para comenzar a hacer frente a los desafíos y responsabilidades cotidianas que se nos presentan.

Freud definía la madurez como la capacidad para sentir gozo en amar y trabajar. Bion como el valor gozoso para la búsqueda constante de la verdad y Bowlby afirma que la persona madura es la que se acerca al mundo con seguridad, pero que si tiene dificultades está dispuesta a buscar apoyo en figuras dignas de confianza.
Es decir, se da un equilibrio básico entre iniciativa y confianza en sí mismo por un lado, y capacidad de buscar ayuda y utilizar tal ayuda por otro, lo que constituye la base del desarrollo de una personalidad estable y armónica.

La persona madura para Rogers no es equivalente a persona adaptada, feliz, con pocas tensiones. Es fundamentalmente un individuo abierto a la experiencia. Es una persona embarcada en un proceso de vida plena que constituye una orientación, no un destino.