David Goleman afirma que la inteligencia emocional se compone de un conjunto de habilidades, estas son:
1) Conocer las propias emociones: Reconocer un sentimiento en el momento en que ocurre. Ser capaz de ponerle «nombre»
2) Manejar las emociones: La habilidad para manejar los propios sentimientos evitando que nos controlen. Desarrollando estrategias de autocontrol para afrontar los sentimientos negativos y/o las situaciones adversas.
3) Motivarse a sí mismo: Darse ánimos y mensajes positivos. Ser capaz de apostar por uno mismo a pesar de la incertidumbre, el desaliento o la angustia.
4) Reconocer las emociones de los demás: Leer las emociones de los demás nos ayuda a entender mejor las situaciones. Nos acerca a quienes nos rodean y nos permite actuar en consecuencia.
5) Establecer relaciones: El arte de establecer buenas relaciones con los demás.
Solemos estar entrenados para resolver situaciones difíciles en términos operativos, es decir, en la búsqueda de soluciones y en la toma de decisiones pero en ocasiones olvidamos la parte emocional del problema: lo que sentimos al respecto y que significado emocional tiene esa situación para nosotros.
No entender nuestros propios sentimientos, negarlos o no respetarlos, nos lleva a menudo al intento de soluciones equivocadas que tienen un coste para nuestra autoestima.
Soluciones que obedecen a la autoexigencia o a la exigencia percibida del entorno que en ningún caso resuelven el conflicto interior, desembocando en comportamientos inesperados, desesperados y de los que nos solemos arrepentir.
La inteligencia emocional se refiere a la habilidad para percibir, entender, razonar y manejar las emociones de uno mismo y la de los demás.
Involucra la capacidad de ser conscientes de las emociones y de como estas afectan e interactúan con los otros tipos de inteligencia.