La mayoría de los adolescentes con los que he trabajado en la red de centros de acogida de menores que presentaban problemas de conducta eran chicos/as corrientes que se sentían abandonados por sus padres.
Sus padres (inmersos en lo urgente y no en lo importante) mayormente apenas mantenían una conversación con ellos, eran muy escuetos en sus muestras de cariño y desconocían por completo a ese adolescente con el que convivían.
La crianza de los hijos requiere tiempo y dedicación. Si delegamos esta tarea a la televisión y al centro educativo puede suceder que nuestro hijo/a desarrolle problemas de conducta .
Un hijo necesita saber que su padre o una madre va a apoyarles pase lo que pase, de forma incondicional y para ello los hijos tienen la tendencia de ponerles a prueba. Su hijo/a intentará sobrepasar los límites.
Educar en la norma y el respeto es promover la convivencia. Es hacer de nuestro hijo una persona empática y sociable, que se responsabiliza de su comportamiento y de las consecuencias de sus decisiones.
Intentar llenar la falta de tiempo o cariño con regalos o actividades extraescolares no compensará la ausencia de los padres.
Aunque cada caso es distinto y existen las excepciones, generalmente los problemas de conducta son la punta de iceberg, un síntoma de una mala gestión de los conflictos, donde a menudo los padres evitan las discusiones y cualquier frustración a su hijo, quien a la larga se convierte en un «pequeño tirano».
DECÁLOGO PARA FORMAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE por Emilio Calatayud , juez de menores de Granada, conocido por sus sentencias ejemplares.
1) Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que le pida, así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2) No le de ninguna educación espiritual. Espere que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3) Cuando diga palabrotas ríase de ellas, esto le animará a hacer más cosas graciosas.
4) No le regañe nunca ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5) Recoja todo lo que deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes, hágaselo todo, así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6) Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide que sus platos estén esterilizados pero que su mente se llene de basura.
7) Discuta y riña con su cónyuge a menudo en presencia del niño, así no se sorprenderá ni le dolerá demasiado el día en que la familia quede destrozada para siempre.
8) Dele todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer de dinero es necesario trabajar.
9) Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres, ya que el sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10) Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que lo que de verdad quieren es fastidiarlo.
Si evitamos adoptar estas actitudes fomentaremos que nuestro hijo/a integre las normas de convivencia y respeto necesarias para la vida en sociedad.
Los hijos que tiene problemas de conducta, que se muestran agresivos, no saben manejar los sentimientos negativos (tristeza, frustración, rabia, etc) porque no han sido entrenados en la práctica diaria.
Cuando se enfrenten como adultos a una ruptura sentimental, a un despido laboral o a otra situación desagradable lo más probable es que sus sentimientos les dominen y les generen graves problemas. No habrán aprendido las estrategias de autocontrol y de gestión de las emociones.
Pese a todo hay que ser positivos , muchos adolescentes gracias al apoyo incondicional y los esfuerzos de sus padres sobrellevan esta etapa de la vida con normalidad superando los retos que supone hacerse adulto.
Les invito a leer un libro muy interesante de Benabé Tierno, un psicólogo y pedagogo . «Educar a un adolescente, la guía con todas las respuestas» . Donde nos dan las claves para ayudar de la mejor manera posible a nuestros hijos y educarlos en un periodo de la vida, la adolescencia, que constituye un auténtico laberinto de contradicciones y en la que tanto padres como educadores deben esforzarse en colaborar.